Una fecha para no olvidar “24 de marzo” de 1976
2020
Recuperamos cuentos prohibidos.
“Uno de los hechos sucedidos durante
la última dictadura cívico-militar fue la censura de libros, de autores y de editoriales
que afectó directamente a las instituciones educativas impidiendo la posibilidad real de
formar lectores críticos.
La pérdida de derechos de la ciudadanía incluyo también la de
poder elegir qué leer.
Los libros y la mayoría de las publicaciones empezaron a ser,
para los gobernantes, objetos no del todo confiables” (Bello, A.2009).
Una de las tantas obras infantiles que estuvieron prohibidas durante la dictadura militar
fue “La planta de Bartolo” de Laura Devetach.
Les proponemos que lean el cuento y así recordar un hecho ,no tan lejano en nuestra
historia, para no perder la memoria y así tomar conciencia de que el camino de la
Democracia tiene vigente a los Derechos Humanos.
La planta de Bartolo por Laura Devetach
El buen Bartolo sembró un día un hermoso cuaderno en un macetón. Lo regó,
lo puso al calor del sol, y cuando menos lo esperaba, ¡trácate!, brotó una
planta tiernita con hojas de todos colores.
Pronto la plantita comenzó a dar cuadernos.
Eran cuadernos hermosísimos,
como esos que gustan a los chicos.
De tapas duras con muchas hojas muy
blancas que invitaban a hacer sumas, restas y dibujitos.
Bartolo palmoteó siete veces de contento y dijo:
—Ahora, ¡todos los chicos tendrán cuadernos!
¡Pobrecitos los chicos del pueblo! Estaban tan
caros los cuadernos que las mamás, en lugar de
alegrarse porque escribían mucho y los iban
terminando, se enojaban y les decían:
—¡Ya terminaste otro cuaderno! ¡Con lo que
valen!
Y los pobres chicos no sabían qué hacer.
Bartolo salió a la calle y haciendo bocina con sus enormes manos de tierra
gritó:
—¡Chicos!, ¡tengo cuadernos, cuadernos lindos para todos! ¡El que quiera
cuadernos nuevos que venga a ver mi planta de cuadernos!
Una bandada de parloteos y murmullos llenó inmediatamente la casita del
buen Bartolo y todos los chicos salieron brincando con un cuaderno nuevo
debajo del brazo.
Y así pasó que cada vez que acababan uno, Bartolo les daba otro y ellos
escribían y aprendían con muchísimo gusto.
Pero, una piedra muy dura vino a caer en medio de la felicidad de Bartolo y
los chicos.
El Vendedor de Cuadernos se enojó como no sé qué.
Un día, fumando su largo cigarro, fue caminando pesadamente hasta la casa
de Bartolo. Golpeó la puerta con sus manos llenas de anillos de oro: ¡Toco
toc! ¡Toco toc!
—Bartolo —le dijo con falsa sonrisa atabacada—, vengo a comprarte tu
planta de hacer cuadernos.
Te daré por ella un tren lleno de chocolate y un
millón de pelotitas de colores.
—No —dijo Bartolo mientras comía un rico pedacito de pan.
_ ¿No? Te daré entonces una bicicleta de oro y doscientos arbolitos de
navidad.
—No.
—Un circo con seis payasos, una plaza llena de hamacas y toboganes.
—No.
—Una ciudad llena de caramelos con la luna de naranja.
—No.
—¿Qué querés entonces por tu planta de cuadernos?
—Nada. No la vendo.
—¿Por qué sos así conmigo?
—Porque los cuadernos no son para vender sino para que los chicos trabajen
tranquilos.
—Te nombraré Gran Vendedor de Lápices y serás tan rico como yo.
—No.
—Pues entonces —rugió con su gran boca negra de horno—, ¡te quitaré la
planta de cuadernos! —y se fue echando humo como la locomotora.
Al rato volvió con los soldaditos azules de la policía.
—¡Sáquenle la planta de cuadernos! —ordenó.
Los soldaditos azules iban a obedecerle cuando llegaron todos los chicos
silbando y gritando, y también llegaron los pajaritos y los conejitos.
Todos rodearon con grandes risas al vendedor de cuadernos y cantaron "arroz
con leche", mientras los pajaritos y los conejitos le desprendían los tiradores y
le sacaban los pantalones.
Tanto y tanto se rieron los chicos al ver al Vendedor con sus calzoncillos
colorados, gritando como un loco, que tuvieron que sentarse a descansar.
—¡Buen negocio en otra parte! —gritó Bartolo secándose los ojos, mientras el
Vendedor, tan colorado como sus calzoncillos, se iba a la carrera hacia el
lugar solitario donde los vientos van a dormir cuando no trabajan.
_
ACTIVIDAD
1- Finalizada la lectura, reflexionamos en familia y respondemos:
A. Cuando Bartolo dijo en esta parte… “-¡Ahora , todos los chicos tendrán
cuadernos!” ¿Qué derecho les hace pensar que Bartolo reclama para
todos los niños?
B. ¿Les parece que por decir eso, el cuento pudo haberse prohibido?
2- Imaginar que sembras un hermoso cuaderno en un macetón y un día crece una
planta que da cuadernos con hermosísimos cuentos. Hacer una lista de
cuentos que leíste o te gustaría leer.
Docentes: Ofelia 3°A
Melina 3° B
Alejandro 3° C